miércoles, 26 de agosto de 2009

La discordia

Siembro cizaña desde el alba. 26-8-09


Los escenarios que presenta Fénix aparecen como alejados de los conflictos humanos, no hay otro dolor o placer que el que nace de la propia leyenda y de su recreación sobre el fondo apasionante del sol. ¡No es cierto! Todos los problemas que genera la fricción de vivir, son motivos que sufre y experimenta en propia piel Fénix o la ciudad del sol.


Sembrar discordia es un acto complejo que también se puede ritualizar. Lo vemos cada día, hay políticos que sólo saben sembrar discordia, nunca plantan una albahaca. Si mañana sale alguno plantando una, pensad que lo hace con una conducta quimérica, su interés es hacerse la foto y medrar. Pero la conducta quimérica no es sólo de los políticos, hay personas que podrían ser felices y no alimentan otra cosa que el monstruo de siete cabezas, lo curioso de la situación es que se sienten investidos de razón.


En la base de la discordia está el asiento del poder, el dominio sobre el otro. La muerte, el dolor y su desencadenante, el miedo. Las razones se cultivan, se crean, se inventan, se reconstruyen; también son las semillas del mal. La inseguridad, el desamor, la derrota de la vida, la ambición, la frustración… todo eso configura la base de la discordia. Fomentarla es trabajar en colaboración con ella y aumentar las dosis de dolor, pero eso a veces no importa, podemos y queremos vivir en el dolor si eso genera la ilusión de que estamos "ganado la guerra".


La muerte es una fuente de riqueza incalculable, el muerto deja los bienes en la tierra y, en el peor de los casos, siempre resultan despojos para los vivos. Por tanto, todo se puede ritualizar, la discordia, la victoria, la muerte, la vida. Todas las celebraciones de los vencedores conlleva dolor en los vencidos y son fruto que crece en la tierra, levadura para las futuras discordias.


¿Quién siembra la discordia como semillas del mal? En los ensayos de la vida entran todos los caminos posibles, entre ellos, desgarrar al enemigo. Quién es el enemigo…el otro, siempre hay otro. Normalmente las personas no ocupamos el tiempo en escribir jácaras, salmos, o cunanas, lo dedicamos a crear estrategias para sopesar el beneficio y el esfuerzo empleado, a eso le llamamos “inteligencia”. Parece ser que medimos la inteligencia por los resultados obtenidos, no por las aportaciones al conocimiento. Los resultados casi siempre están en manos peregrinas, los que mejor se mueven por los senderos del éxito son aquellos que caminan con el manual en la mano. En algunos casos los colores de la aurora saltan a la cara por compartir espacio con estrellas tan rutilantes.


De la discordia siempre se espera sacar beneficios. !A veces se obtienen excelentes cosechas…! En otras se pierde todo, así es el juego de vivir; muerdes o te devoran. Es normal, la vida no entiende el principio del bien y del mal, entiende de vivir... Como una pitón, sin masticar siquiera, engullimos a los vencidos. Se siembra la discordia porque es la manera más rápida de llenar la hacienda; somos depredadores inteligentes, no arcángeles que ahuyentamos las sombras en beneficio de la luz. Además, los que siembran cizaña, no albahaca, se las arreglan para tener a salvo el beneficio. Siempre se puede argumentar que son héroes en el exilio…