sábado, 12 de septiembre de 2009

Hablar por hablar

Aquí, mis pensamientos son humo. 12-9-09

–Todo es confuso, sé que he de estar muy atento a sus performances, hace siglos que me muero en ensayos y sus trampas me consumen. Empiezo a estar sometido a sus perversas deformaciones. Sé que con los torbellinos mentales pasa lo mismo, se pueden construir nidos de fantasía y errar los caminos. También con las ideas sólidas pasa; tampoco con ellas se debe hacer un dogma de fe.–


Los pensamientos aparecen y nos llevan en imágenes, en palabras, en abstracciones. Todo eso lo hemos de hacer servir como un molde en cada uno de los actos que ejecutamos. En este transitar por las imágenes erráticas, por los pensamientos sin intención, pienso que también se muestra la gravedad de la existencia y en ella sólo podemos acumular pequeñas cantidades de experiencia; una experiencia que tiene valor para cada persona pero no es cuantificable para los demás.


Sentado en Alcor contemplo el gran espectáculo de la eternidad. Tomo el sol en la mano y lo observo, como una oblea relucen sus ojos de niño, le susurro y le digo: ¡Tú eres el pan…! 12-9-09


Hablar en el limbo del universo, en el límite, es agotador y hacerlo con la perplejidad que permiten los pensamientos vagabundos todavía más. Allí se desvanece todo, pensamiento, sentimientos, memoria, ¡todo!. La incertidumbre afecta notablemente a los pensamientos que centellean, que aparecen por un instante. Pocas cosas podemos retener iluminadas, casi siempre son impulsos imparables que buscan su propio destino en la oscuridad de la mente. Lo curioso es que la presencia del observador afecta su apariencia como en los efectos cuánticos.


Desde la distancia, sólo la actividad creadora es capaz de rozarlos, y en alguna ocasión, de cazarlos al vuelo y registrarlos sobre la piedra, sobre el papel o la tela. Es muy posible que la única función que tienen estas imágenes sea la de consumirse en ellas mismas; descargarse en el vacío como un poder sobrante, como la energía que nos regala el sol y el resto de las estrellas, ¡se ha de derrochar!


Las estrellas no regalan nada, se han de consumir inevitablemente y liberar el brío elemental que nos alimenta, nuestra energía mental es también parte de su efecto…


–Ahora pienso lentamente, no puedo hacerlo de otra manera, soy un mineral que se activa con titubeos.–